Charity Scribner

En Réquiem por el comunismo, Charity Scribner examina la política de la memoria en la literatura y el arte posindustriales. Escritores y artistas del segundo mundo europeo han respondido a la última crisis socialista con obras que van desde la descripción sobria hasta la fijación melancólica. Este libro es el primer estudio de este campo cultural. Hoy, a medida que las culturas de Europa occidental y oriental se fusionan en la Infobahn del capitalismo tardío, el segundo mundo se está quedando atrás. La Unión Europea ha declarado obsoletas las estructuras que una vez definieron y vincularon las ciudades industriales desde Manchester hasta Karl-Marx-Stadt: las fábricas y los colectivos de trabajadores en descomposición, los ideales desperdiciados del socialismo estatal y el estado del bienestar. Los exponentes marxistas del imperio global ven este giro histórico como una ocasión para elogiar "la ligereza y la alegría de ser comunista". Pero para muchos escritores y artistas de izquierda, las consecuencias de la crisis socialista del siglo pasado exigen una elegía. Este arrepentimiento ha provocado una proliferación de textos literarios y obras de arte, así como un auge de exposiciones en museos que se apresuran a curar los restos del socialismo y sus restos industriales. Lo mejor de estos trabajos no nos devuelve a la fábrica. Más bien buscan algo que sacar: los intratables momentos de solidaridad entre hombres y mujeres que no encajaban con el mercado o el plan. Réquiem por el comunismo explora una selección de obras emblemáticas. Incluyen la trilogía narrativa de John Berger Into Their Labors; Documenta, la plataforma alemana de arte e ideas contemporáneas; el cine de duelo de Krzysztof Kieslowski y las crónicas filmadas del movimiento Solidaridad de Andrzej Wajda; el arte de Joseph Beuys y Rachel Whiteread; las novelas de Christa Wolf; y las memorias antinostálgicas de Leslie Kaplan sobre el trabajo material de las mujeres en Francia. Clasificando entre las ruinas del segundo mundo, las mentes críticas de la Europa contemporánea pretenden salvar tanto los restos de los ideales socialistas como el potencial feminista latente que los acompañaba.